lunes, 28 de julio de 2008

Fiestas Patrias en Fiesta Mart



La falta de una comunidad peruana con algún tipo de presencia en Houston ha hecho que casi pase por alto las fiestas patrias. Y si bien antes podía meterme en un avión por seis horas y disfrutar de un viaje escuchando a mis compatriotas parlotear acerca de lo excelentemente bien que les iba en los USA con sus carrazos (el sufijo -azo es bien perucho, porsiaca) y sus negocios (porque todos los peruanos por acá son empresarios o becados), mientras elogian el orden y el respeto por los demás que existen en los USA.

Por supuesto, y todo esto lo dicen mientras están parados en medio del corredor del avión o con los cinturones desabrochados la mayor parte del tiempo. Bueno, ya no puedo darme ese gusto y tengo que quedarme durante el verano por acá. Claro que extrañaré esa tan peruana expresión de júbilo que es la salva de aplausos que estalla cuando el avión aterriza...

En cierta forma, el 28 igual pude hacer algo que fue, por un momento, como estar en el Perú. Al menos, sentí que si has estado en un país latinoamericano, puedes decir que los conoces todos. Fui a hacer las compras de la semana a un supermercado latino: Fiesta. Así como Wong tiene como "original" eslogan "Donde comprar es un placer" (que se lo robó a la cadena americana Publix), los muchachos de Fiesta usan la frase "Un cachito de lo nuestro". No es un cachito, a decir verdad. Más bien diría que es una especie de bolsón mexicano, algo más que una cabeza de playa y, valgan verdades, un lugar que solo está documentado marginalmente en el imaginario del individuo caucásico promedio.

"Por su cara los conocereis" bien podría haberse dicho, porque al dejar el carro en el estacionamiento, me di cuenta de que había regresado a Perú y que yo era casi igual a los demás. Bueno, era como si el Perú se hubiera metido en un sector de Houston. Christy era más blanca que un lirio en medio de todos los latinos y a mi mente vino la vez que la lleve a comer a la calle Capón, pasando a pie por Mesa Redonda durante temporada navideña. Pero esa analogía no termina aquí: en la entrada del local había puestos de imágenes religiosas (algo así como los que hay junto a los templos más populares de Lima, como las Nazarenas, p.ej); otros eran de comida ("elote con queso y chile", es decir, "choclo con queso y ají"), otros de reparación de relojes y cosas así. Ambulantes que no deambulan: esa paradoja tan peruana otra vez frente a mí un 28 de julio.

Antes comprabamos en Kroger, algo así como el Metro de los gringos (porque los que pueden compran en Whole Foods comida "orgánica" libre de todo mal y llenas de todo bien). Pero como eso de ser estudiante de doctorado me va a dejar en la inopia, pues hay que actuar como los que menos tienen en este país y comprar con ellos. Así que fuimos a Fiesta para ver qué había, y había mucho. Es un supermercado grande, pero no como Metro que está bien organizado y tú mismo te atiendes, aquí es más como un almacén con corredores más bien cortos, pero que se multiplican con productos y banderas de los veintitantos países latinos. Sin embargo, la latinidad de fiesta es proporcional a la representatividad de la selecta clientela. Casi todo es mexicano. Creo que no debe existir un solo producto mexicano que no se pueda encontrar por allá. La sección peruana es un estante que tiene productos que solo un peruano compraría, en la lista explico por qué:

(1) Bebidas

(1.1.)Inca Kola. Según Christy sabe a chicle globo (marca "bazooka" para ser precisos). Cada vez que le hecho probar a un gringo nuestra bebida han puesto cara de que es "ok nomás". Además que el color amarillo neón que tiene bien pasa como muestra de orina de hepático. Dos litros por $1.30, cada lata a $0.69. Mejor así, ¡¡más Inca Kola 'pal peruano!!

(1.2) Chicha Morada. No sé por qué, pero Christy la adora. No importa que técnicamente sea jugo de máiz (com agua de piña, canela, limón, clavo y azúcar), le parece lo máximo. El problema es que la botella de un litro cuesta más de 3 dólares. ¡Carísimo! Mejor traigan maíz morado y uno mismo puede hacer ollas de chicha.

(2) Gran selección de granos y menestras entre los que destacan:

(2.1) Frejol canario (no "frijol" como dicen los mejicanos "judías" como dicen los españoles o "fréjol" como dicen los colombianos). Los mexicanos pueden jactarse lo que quieran de ser frijoleros netos con sus "pintos" y los "negros refritos", pero para mí el frejol canario bien cocinado (por más de dos horas seguidas) es perfecto.

(2.2) Pallares. Alguna vez leí que acá se llaman "lima beans" porque son "frejoles de lima". No quiero verificar si es verdad o no porque me gusta ese origen y sirve para entretener a tus alumnos cuando hablas de comida peruana. Según Christy solo se consiguen congelados y se cocinan en el microondas con mantequilla. Obviamente, le expliqué de una buena ensalada de pallares con vinagre de manzana y cebollas... Excelente con un buen fiambre de pollo o un pescado frito.

(2.3) Cancha. Este si tiene gran acogida entre cualquier gringo. En este país son adictos a cualquier crack, perdón, quiero decir "crunch" y si involucra freírlo, pues mejor. De hecho, sigue siendo el mejor bocadito para acompañar una cerveza (¿tostones (o sea, chifles)? Regular, nomás. ¿Tortilla chips con salsa? (unos tortees gigantes con la salsa mejicana hecha de tomate, culantro, pimiento verde y cebollas picadas). Pasable. Pero la cancha te hace seguir tomando, y de eso se trata, ¿no?)

(2.4) Trigo. No he visto hasta ahora en los USA que se use el trigo para comerlo si no ha sido procesado por ese gigante llamado General Mills (algo así como un Alicorp pero que solo hace galletas, panes, cereales y cosas así). A mí me gusta el guiso de trigo, pero no sé como prepararlo y recuerdo que hay que limpiarlo de piedritas. Supongo que por eso nunca será popular por aquí. Si no es "abrir y cocinar" no es computable en estos lares.

(3) Aderezos varios entre los que destacan:

(3.1) Ají amarillo. Que es la estrella indiscutible de la peruanidad. He visto lugares donde venden productos peruanos en los que falta la Inca Kola, pero hay más de una variedad de ají amarillo. Ají amarillo molido, cebolla, ajo, sal y pimienta (y un punto de comino, claro está) son la base de la sazón peruana.

(3.2) Ají panca (y su variante, el pomo de "aderezo para anticucho"). Me pregunto, si alguien ya compra ají panca molido, ¿por qué tendría que comprar el aderezo para anticucho? ¡Son lo mismo! Bueno, para el aderezo tienes que poner vinagre, cerveza negra, orégano, comino y ajos. Es decir, productos que puedes encontrar en cualquier supermercado gringo. Así que no veo por qué alguien tenga que preferir el "adrezo listo" al ají panca puro.

Lo peor es que de esa manera le quitan espacio a otros productos que no hay en Fiesta. Por ejemplo, no tienen ají mirasol. Eso es indignante, porque sin ese ají no se puede hacer un ají de gallina decente. Además, no sé por qué los peruanos quieren sus aceitunas negras de botija cuando hay aceitunas negras por doquier (bueno, nunca he sido fan de las aceitunas de botija, así que me saben igual que las kalamata u otras así). También venden ajo molido. El colmo, ¿no pueden moler sus propios ajos? Lo mismo con el pesto... Lo compran en pomo cuando cualquiera puede hacer pesto "a la peruana" siguiendo la receta del inmortal "Qué coninaré" de Nicolini. Pérdida de espacio en un supermercado donde la peruanidad podría representarse mejor. (Lo sé, soy exigente, pero también soy peruano y, por ende, soy quejón.)

Lo mejor, lo que casi me hace soltar una viril lágrima peruana fue la bolsa de PAPA AMARILLA. El santo grial de la peruanidad en los USA, llamada "papa criolla" o "andean potatoe" según la bolsa estaba en la sección de productos congelados. Un kilo de papa amarilla por $6... Caro, sí, muy caro. Pero ahora podré hacer causa rellena de verdad, no esa cosa con la que se consuelan los paisanos hecha de papa blanca y palillo. Lo que me hace acordar que aquí el palillo se llama "Turmerik" y se encuentra en CUALQUIER supermercado; así que NO no es un "producto peruano" por más cau-cau que nos venga a la mente. Así que ¡dejen de exportarlo desde Perú maldita sea! En vez de eso traigan ají limo, traigan natilla piurana, traigan tofis de La Ibérica y tejas iqueñas, hasta camaroncito chino falta para mi quinua atamalada. Señores exportadores, dejen de traer cosas que YA HAY AQUÍ, pero que los peruanos no conocen porque, en fin, no conocen pues. Solo falta que traigan soda Field y galletas Charadas a la tierra que las inventó (con los respectivos nombres de Saltines crackers y Oreo cookies).

Bueno, soñar con que encontraré todo lo que extraño del Perú en Fiesta es solo un sueño como el de San Martín viendo volar las parihuanas (y no parihuelas, como casi escribo, de seguro influido por la comida que no tengo). No conduce a nada lamentar lo que no tengo. No seré como los futbolistas que no triunfaron en Europa por extrañar su cebiche y cervecita... Pero igual ver tanto latino junto y escuchar que todos hablaban español (hasta Christy lo hizo un par de veces) me hizo recordar que por más adaptado (o alienado, como parece a veces) que esté igual la difusa identidad peruana aparece por algún lado (como eso de estar estudiando quechua y descubrir que "choncholí" viene del quechua "chunchul" que significa intestinos).

lunes, 7 de julio de 2008

De cómo llegué a leer (y admirar) a José María Arguedas

"Hablan del Perú con menos conocimiento que del Congo".
(Matilde en "Todas las sangres")


Christy está feliz de que por fin haya podido leer una novela que captara mi atención y que me hiciera, por momentos, alejarme del cepo en el que se ha convertido mi computadora.

Christy lee muchísimo más que yo. No lee el mismo tipo de libros que me gustan a mí. De hecho, su forma de leer a mí muchas veces no me gusta, porque se desalienta rápidamente cuando el libro es complejo. Sé que es una crítica pedante la que le hago, es verdad (lo siento, amor). Cuántas veces le he dicho eso del "lector macho" y el "lector hembra" de Cortázar. Y ella me dice, no es ese el que escribió Hopscotch . Sí, ese mismo, digo yo.
Esa novela es una tontería. Todos me la recomendaban y no pasé del primer capítulo. Debe ser la traducción, amor. En el fondo, esa es una mentira piadosa. En fin, yo NO he leído Rayuela todavía y a mucha honra. Pero la leeré en algún momento.

Pero Christy estuvo feliz de ver cómo no renegaba con una novela, después de la experiencia de leer "Abril Rojo" de Santiago Roncagliolo. "¿Por qué la sigues leyendo si es tan mala? Yo la hubiera dejado hace rato, no vale mi tiempo". Sería que leo algunas novelas como si estuviese preparandolas para dar clase sobre ella (al menos las prácticas de literatura que daba en la Universidad Católica). Pero con "Abril Rojo" solo quería comprobar si era tan buena como muchos críticos y periodistas decían. ¿Conclusión?: Alfaguara paga bien a su maquinaria publicitaria.

Después me debatí entre el gusto y el disgusto con "LOs detectives salvajes" de Bolaño. Gran novela por momentos, gran vacío por otros. Me dio risa uno de los elogios de la contratapa donde dice que es la novela que "Borges hubiera aceptado escribir". Creo que Borges no escribió novelas justamente para no tener que llenar páginas y páginas de historias absolutamente redundantes, monótonas y que solamente lastraban la ¿trama? en "Los detectives". ¿Conclusión?: El tipo de novela que solo disfrutan los críticos literarios y los estudiantes de literatura que quieren escribir la gran novela (que solo afectará las vidas de unos cuentos "selectos" capaces de ver las ropas del emperador. Ay, los intelectuales.)

Pero al terminar con "Todas las sangres" de José María Arguedas me sentí muy bien. Me sentí confrontado por mis ideas, por las ideas de Arguedas (o mejor "el narrador" para no traicionar mis clases de teoría literaria). Me sentí indignado por las ideas de los representantes de la burguesia, la clase empresarial. El desprecio al indio, la idea de que es un ser "embrutecido por años de servidumbre, por la coca y el alcohol" existen y siguen fuertes en el Perú. La figura de Demetrio Rendón Wilka como un ideal indígena de colectivismo y trabajo a prueba de cansancio y de sufrimiento me hicieron pensar que, ciertamente, estoy en un momento de mi vida donde el Perú está más presente que nunca. Justamente, cuando no estoy más en el Perú.

"Todas las sangres"comenzó de una manera lentísima, construyendo el conflicto entre las dos caras del gamonalismo justo antes de la Reforma Agraria de Velasco: Fermin Aragon de Peralta quiere destruir la mentalidad mítica, primitiva, colectivista del indio, para convertirlo en un individualista que sea capaz de odiar a su hermano y albergar ambición en su corazón. La ambición nos hace humanos, superarnos, yh la falta de eso hace del indio un ser peligroso, inferior al que hay que domesticar y del cual sacar provecho para los capitalistas peruanos.

Por el otro lado, Bruno Aragón de Peralta, es mujeriego, gamonal de mano firme que azota a sus colonos, y que luego llora con ellos por temor de Dios. Es un fanático católico que de una manera casi demencial impone una suerte de estado religioso en su hacienda. Por caridad cristiana ayuda a sus colonos e interfiere con la economía feudal de las haciendas vecinas para darles tierras y comercio a indios brutalmente empobrecidos por otros gamonales más "tradicionales". Su pasión y furia casi incomprensible es una obra maestra de construcción de personaje a lo largo de las más de 600 páginas. Él quiere que los indios sean "inocentes" que no pequen jamás, y que no alberguen ambición alguna en su corazón. Básicamente, la idea del personaje de Bruno es la del encomendero perfecto, a cargo de la producción y la vida espiritual del indio.

Pero entre estos dos personajes están muchísimos más, senadores corruptos, subprefectos ladrones y prontuariados, militares que mata a indios como quien mata a un perro rabioso, mujeres que han perdido la razón y la honra por la miseria, apristas que están con Dios y con el Diablo, comunistas que pelean entre ellos, socialcristianos que descubren que el mundo indígena es otro mundo diferente que se ha mantenido al margen de la civilización (Lima), etc.

Me da pena que Chirsty no pueda leerla, porque no hay una traducción al inglés (no la he encontrado) y es el tipo de libro que requiere "sufrir" las primeras 150 páginas. Luego de eso, la historia se desarrolla con un interés creciente para mostrar cómo la mina Aparkora que Fermín Aragon descubre y quiere explotar termina por traer a los capitalistas extranjeros y el apoyo incondicional de diferentes sectores del gobierno, mestizos traidores, etc. para destruir a toda una población. Todos tienen ideas diferentes sobre lo que debe ser el Perú, pero en casi todas esas ideas los demás están sobrando, como si siempre se necesitara de la oposición de unos contra otros.

Con un libro así, uno puede enetender qué es lo que pasa en el Perú. No es una novela perfecta (los personajes femeninos suenan muy rimbombantes y hasta falsos por momentos), pero una historia como la del Perú no es fácil de representar. Y aquí está el logro genial de Arguedas: haber puesto (casi) todas las sangres en una interacción realista con el marco de la hermosísima mentalidad indígena.

Ahora me falta leer "Agua", "Yawar Fiesta" y "El Sexto". Tal vez nunca los hubiera leído si me hubiera quedado en el Perú. Algo cierto tiene eso de irse de tu país para concerlo un poco más.

(Y luego prometo leer "Rayuela".)