jueves, 22 de enero de 2009

Signos de los tiempos: el primer ambulante que veo en los USA...

Recuerdo una vez que les pregunté a mis alumnos cuál creen que había sido el resultado de la investigación de la ONU sobre el mejor país para vivir en el 2007. Muy pocos dijeron que los Estados Unidos era tal país (el resultado de la ONU fue Isalandia, por mayor calidad de vida, nivel de ingresos, administración, etc. Claro, que con la criris financiera ahora Isalandia está en quiebra, pero igual es un país muy bonito, ¿no?). Me sorprendió un poco, sobre todo teniendo en cuenta la asociación que hacemos con la vanagloria del "We are number one" con la que se asocia a la idiosincrasia gringa. Parece que estos chicos de Duke, bastante bien educados, por cierto, tienen esa visión más pesimista/realista de los que hemos logrado algún tipo de educación (por culpa de una univerisdad o de las lecturas, o por la experiencia). Los americanos tienden a ver a su país, en lo más íntimo de sus pensamientos, como un país con muchísimos problemas serios...

A pesar de que en realidad sus problemas inmediatos no comprometen para nada la subsistencia de la mayoría de sus miembros, o no ponen en riesgo la integridad del estado. Por ejemplo, una crisis severa en cualquier país del Tercer Mundo se traduce ipso-facto en una muy merecida revolucioncilla, o al menos, en protestas a gran escala. Por ejemplo, el precio de la gasolina durante el gobierno de G. W. Bush casi cuadruplicó su precio. Si eso hubiera pasado en, digamos, el Perú, los disturbios sociales hubieran sido tan grandes que no me habría sorprendido ver vía satélite, la caída del gobierno aprista (o cualquier otro). Por acá no paso nada, ni mi... La gente pagó nomás, siguió manjeando, un poco menos que lo usual, eso sí, pero nadie pasó de las quejas en la cola del supermercado.

Igual, eso solo fue el preludio de la crisis que ahora todos conocemos. Y es en serio, no es ñanga. Franco. La gente piensa que los gringos están exagerando, como de costumbre, y que la crisis debe ser, en escala peruviana, solo un sacudón pasajero al cual estamos ya inmunizados luego de todos los largos años de crisis... Aunque ahora dicen que el Perú "está bien". Bueno, siempre me he reissitido a creer que nuestro país pueda estár bien. Tal vez no nos estemos dando cuenta de otras cosas por culpa de los edificis que, según me cuentan, ahora inundan el país. El asunto es que hay algo que recorre los USA de cabo a rabo que no nadie había visto desde la década de 1930: la crisis que hace que te pongas a pensar que el dinero que gastas hoy puede ser realmente vital mañana. No es que todos estén pensando en eso, o que todos estén afectados (si eso fuera lo que está pasando, entonces ya todo estaría casi perdido para esta economía). Más bien la escala de la crisis es inaudita para el nivel de vida escandalosamente despilfarrador en todo sentido que ha tenido este país por largos años. De hecho, aunque hayan llegado a la luna, pocas cosas han cambiado en politica administrativa o industrial desde esos años. El coloso industrial ya no existe.

Por ejemplo, el padrastro de Christy es administrador en una fundición en Warsaw, Indiana. Su fábrica botó a la mitad de los trabajadores y va a cerrar en unos meses. Luego piensan mandarlo a Los Angeles, a otra fábrica para que organice el cierre de esta. Luego lo quieren mandar a Pennsylvania para que dirija una de las pocas fábricas que piensan dejar abiertas. ¿Hasta cuando? No lo sabe, pero la idea de que podría ser su último trabajo es probable.

Aquí, en Houston, dicen que las cosas se han sentido menos que en otros lados. La industria de petroleo sigue ganando dinero escandalosamente y mueve tod en esta zona, el área del Golfo. Pero ya hay señales de que hay un pronblema en Houston. Un día, un hombre negro, de más de 60 años a mi parecer, estaba sentado en el autobús que tomo para ir a casa por la Av. Bissonnet. El tío usaba una casaca raída, azúl, con un parche en el brazo que decía algo así como fuerza de seguridad o algo por el estilo. Sus zapatos mostraban señales de haber caminado tanto o más como las rutas acumuladas por los autobuses de Houston. Su sobrepeso evidenciaba que era pobre (porque los gordos son generalmente los pobres que solo tienen para comer McDonalds y esas cosas que en Perú son un "pequeño lujo" familiar). Me senté cerca a él, pero sin prestarle atención (estaba con los audífonos puestos). De immediato noté que algo no estaba bien, que el hombre había levatado sus brazos, sin decir nada. Una lata de Sunkist (naranja) en la mano derecha y un paquete de Newport en la mano izquierda. Me miraba, yo miraba de frente, pero igual no podía dejar de prestarle atención y no sabía cómo reaccionar. Debía decirle "no thanks?"

Mientras que en Lima me hubiera dado cuenta inmediatamente de que era un ambulante y simplemente hubiera prestado la mínima atención a sus palabras (o le hubiera comprado algo), aquí era diferente. Junto a su asiento tenía un "cooler" (caja térmica) llena de latas de gaseosas (Pepsi y otras) y en su mochila tenía un par de cartones de cigarrillos. Y a cada persona que se subía al autobús le levantaba los brazos, mirándolas y haciendoles "hola" con sus productos. Una señora latina, inmensa ella, con un bebe, le compró una lata de gaseosa por 50 centavos. Yo no podía creer que había visto el primer ambulante en un microbús en los Estados Unidos.

Parece que la crisis es en serio.