miércoles, 24 de junio de 2009

Gringo típico vs. peruano típico: un ejemplo práctico

Debo empezar pidiéndo disculpas por lo estereotipado de la publicación de hoy, 24 de junio, día del indio / día del campesino / día del Cuzco / día de San Juan. En efecto, entiendo que no todos los americanos son iguales y no todos los peruanos son iguales. De hecho, algunos peruanos son más iguales que otros, lo cual se aplica también a los caucásicos que han tenido algo de educación. En efecto, los gringos que vienen al Perú, y especialmente al Cuzco, son aquellos que tienen por lo menos secundaria completa, y me atrevería a decir que incluso tienen algo de edcuación superior. ellos, por algún extraño motivo (lámese misticismo, llámese deseo de conocer e interactuar con una cultura exótica) vienen al Perú a llenarse de fotos con paisanas que te cobran un sol por foto (yo también les pagué, pero no me saqué la foto con ellas, por si acaso), llenarse de chullos (aunque vivan en Florida y nunca tengan que ponerse algo en la cabeza, salvo para darse sombra), y usar ponchos, correas, chompas, etc. llenos de motivos incaicos producidos al por mayor por hábiles artesanos (hábiles comercialmente, por lo demás) con lo que se ven igualitos mientras pasean de arriba a abajo por San Blas.

Me caen bien los gringos, las gringas también, claro (me casé con una, ¿no?). Y hoy me cayerón mejor que nunca. Todo comienza con el paseíto hacia la explanada de Saqsaywaman para ver el Inti Raymi. Caminamos (la masa de turistas y de locales) desde la plaza de armas del Cuzco, subiendo por la cuesta del almirante, doblando a la izquierda en la plaza Nazarenas, y ascendiendo hacia mi falta de aire que superé con una frutillada de a sol en un vaso sucio (pero igualito me supo excelente). Luego de seguir cuesta arriba en medio de eucaliptos, y vendedores de cuanta comida y/o chuchería étnica puedas imaginar, llegamos a la fortaleza de Sqsaywaman. Al parecer, según Jeny, quien me acompañó con su hija Alessandra todo este paseo, fue un templo al rayo (Illapa) por la forma de zig zag que tiene. Bueno, en una explanada frente a las ruinas se lleva a cabo la representación de la fiesta del sol. Los cerros que rodean la fortaleza están repletos de gente que no paga nada, pero que tiene que llegar muy temparano para ocupar los cerros más cercanos a la ceremonia (ahora se cobra un ticket de $90 por los sitios preferenciales, tribunas dentro de la explanada misma).

Como llegué a las 1:40 pm, tuve que subir (con mis amigas) hasta uno de los cerros menos favorecidos con la vista, pero igual se veía bien, para qué. Tomé hartas fotos y exploté al máximo el zoom de mi cámara. La subida a nuestros sitiso (detrás de un raquítico arbolito de las punas) fue polvoriento y empinado. nos sentamos justo al lado del senderito que seguía subiendo hacia dos cruces. A nuestra izquierda había mucha gente local sentada, muy ordandita, comiendo fruta o chicharrón con cancha. Al frente de ellos, en posición estratégica (para no dejarlos ver, se entiende), había un grupo de menos de 10 gringos, colorados, etnificados e invariablemente 20 cm más altos que el cuzqueño promedio. Pero, ojo al detalle, delante de estos gringos había un grupito de peruanos del Perú (perdonen la vallejiana tristeza), también de pie, exactamente al lado del camino, en lo que era, obviamente la flojera de los que llegaron a un punto en el que no provoca seguir caminando y, total, desde aquí se ve mostro.

Los locales que estaban espectando espaldas gringas comenzaron a gritar, primero tímidamente, luego con más ganas envalentonados por un vendedor de pósters del Inti Raymi que vendió su larigne a la causa de los que no podían ver la ceremonia por un par de pósters, y finalmente amenazando con usar piedras para disipar a los extranjeros maleducados (de hecho, algunas inofensivas piedritas fueron lanzadas para llamar la aatención de los caucásicos). Hasta que ofrecí mis buenos oficios. Les dije que no les entendían porque, como confirmé de inmediato, no hablaban castellano. Me les acerqué y les pedí muy amablemente que se sentaran porque la gente que estaba sentada un poco más arriba en la colina no podía ver nada. Los gringos, con una sonrisa, me dijeron que ellos se sentarían, pero que nada cambiaría porque los peruanos del frente seguirian tan erguidos como las murallas de Saqsaywaman. Bueno, les dije, siéntense ustedes, y yo hablo con los peruanos.

Los gringos se sentaron tranquilamente, sin dejir ni chus ni mus.

Me acerqué a mis compatriotas, encabezados por la ubícua vieja del cuerno que siempre se queja de todo y se pone malcriada porque "ella tiene derechos". Creo que esas dos líneas últimas resumen muy bien mi intercambio con ese grupo. Primero me miraron como quien está viendo un ser de otro planeta que quiere hablar con su líder. Les dije que atrás hay muchas personas sentadas que quieren ver la ceremonia y que con ellos de pie no se podía. Me dijeron "y adónde nos vamos. No hay más sitios." Yo repliqué, si siguen subiendo van a encontrar espacios. A lo que la vieja del cuerno replicó: "¿Y por qué? Yo también tengo derecho a ver".

Los peruanos no se quisieron sentar, y replicaron tajantemente contra cualquier sugerencia de que deberían moverse porque su ubicación no beneficiaba a los otros.

Ante esto, pasé junto a los gringos que estaban bien sentaditos, esperando ver a los otros peruanos sentarse, y les dije (en inglés, of course): "olvídenlo, chicos, párense no más, que es más fácil para un peruano convencer a un americano que a otros peruanos". Se rieron de mi miserable campaña por la solidaridad con los que no podían ver el espectáculo y se pararon nomás.

¿Qué les dije a los locales que me vieron fracasar? Bueno, traten de convencer a los peruanos que también están parados, a ver.

Creo que la comparación dice mucho sobre como las diferencias entre algunos americanos y algunos peruanos. Me gustaría que hubiera sido algo diferente y que ambos se hubiesen sentado. Pero así no me salía un post sobre Cuzco, gringos y peruanos que al menos nos pusiera a pensar en que tenemos derechos solo cuando estos no interfieren con los derechos de los otros (que llegaron más temprano).


¡Feliz día del Cuzco!

3 comentarios:

Daniel Salas dijo...

Nunca he visto el Inti Raymi. ¿Es un monumento al Kitsch o me equivoco? Supongo que para disfrutarlo hay que superar cualquier palta intelectual (igual que con Las Vegas, tal vez).
Saludos y un abrazo.

Unknown dijo...

ya, muy interesante tu historia pero ellos son de estados unidos o estadounidenses, americano eres tú , yo, los peruanos y todos los pobladores de america

koko dijo...

ke mal estan esos compatriotas me dan pena asi no se trata a la gente,los derechos son iguales para todos y la libertad tambien es igual para todos eso no entienden por ignorancia